“Con diez cañones por banda, viento en popa a toda vela, no corta el mar, sino vuela un velero bergantín…” Así dice la “Canción del Pirata” el conocido poema de José de Espronceda.
Aquí soplaba el
viento por popa, pero la maltrecha embarcación distaba de ser un velero
bergantín, teniendo como único trapo un
retal de toldo que asomaba por el costado de babor, y ni cortaba la mar ni
volaba, tan solo permanecía sobre unos tarugos a la espera de una reparación que
parecía no tener pinta de llegar nunca. Alguien debió pensar que no merecía la
pena seguir invirtiendo esfuerzo en esas tablas, y tras saborear una lata de
Cruz Campo, la tiró al suelo pasándose el ecologismo por debajo de la quilla, y
se marchó, dejando al pairo el destino de su embarcación.
Me pregunto cómo habría resultado el poema de José de Espronceda
si hubiera tenido que inspirarse entre tanta desolación.
Probablemente se hubiese hecho pirata... un saludo.
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