miércoles, 13 de noviembre de 2019


GENERACIONES DIGITALES (Compra de un cargador)

Fui a un centro comercial, a primerísima hora para evitar tumultos. Objetivo, comprar un cargador del tipo C para un móvil.
Me acerqué al stand de una compañía de telefonía móvil, ubicada en uno de esos islotes de 16 metros cuadrados que hay en mitad de los anchos corredores de los centros comerciales. Esperé por la parte exterior del mostrador, a que me atendieran.
Una dependienta de la generación Y (veinte y tantos), estaba sentada frente a un ordenador, y aunque no la veía teclear frenéticamente, ni nada por el estilo, no parecía muy dispuesta a atenderme, solo miraba de soslayo, como quien escurre el bulto. Un dependiente de la misma generación, éste aparentemente muy atareado, abría cajones aquí y allá. Pasó repetidas veces junto a mí como si yo fuera invisible. Por no importunarlo en su tarea de abrir y cerrar cajones, esperé pacientemente.
¿Desea usted algo? Dijo por fin, como  si repentinamente yo me hubiese hecho visible. Me dieron ganas de decirle en modo House, que solo observaba con admiración, el dinamismo del personal de la tienda. Pero me contuve. Qué pena que no tuviera un bastón a mano.
Pues sí, le dije esbozando una sonrisa, quería comprar un cargador para este móvil, creo que es del tipo C.
Efectivamente, pase dentro de la tienda y sígame.
Sígame, era dar dos pasos a estribor hasta un armario, bastante desordenado por cierto, del que sacó una llave. Después me dijo de nuevo, sígame, y lo seguí, esta vez tres pasos a babor, hasta un expositor. No utilizó la llave que cogió del otro armario, porque producto estaba colgado de un soporte. Así que no sé para qué cojones cogió la llave del otro armario, haciéndose acompañar de mí, como si se fuera a perder en los pasillos del Louvre.
Me salí de nuevo a la parte exterior del mostrador, porque tenía la sensación de que, dadas las reducidas dimensiones del stand, suponía un incordio, pero el dependiente de la generación Y, insistió en que permaneciera dentro, porque sus jefes le podían llamar la atención. Yo, que soy de la generación analógica, siempre creí que en un mostrador, el comprador está en la parte exterior, y el dependiente dentro, pero por lo visto en la era digital no es así, a no ser que aquello no fuera un mostrador. El caso es que no imaginaba a diez personas más dentro del stand, sería físicamente una indecencia rayando en el acoso sexual.
El dependiente cogió del expositor el cargador, en cuya parte superior  se reseñaba el precio, 14.99 euros. Saqué el monedero para apoquinar, pero para sorpresa mía, el dependiente me dijo, voy a ver el precio. Se puso a teclear en el PC un buen rato, como si estuviese haciendo inventario. Son 14.99 euros, dijo por fin. Estuve por decirle que lo había supuesto, ya que el precio analógico estaba en la etiqueta del soporte, pero me contuve por no parecer borde.
¿Efectivo o con tarjeta? Si le parece bien, con tarjeta, respondí.
Fue a buscar el datafono, lo conectó delante de mí, le echó un vistazo, y se volvió a ir a la otra banda de la tienda a abrir y cerrar más cajones, cojones.
“Carga en proceso” leí en la pantalla del datafono, au-au-au, nivel de batería bajo, etc. Y me temí lo peor.
Regresó el dependiente, volvió a mirar el datafono, y me dijo con mucho cuajo, que si no tenía prisa, pues eso, que a esperar tocan. Mis temores se hicieron realidad. Le dije expeditivo, que apoquinaba en efectivo, pensando para mis adentros, que ya había visto bastante… 15 minutos para un cargador, dos dependientes y un solo cliente.
Le doy un billete de 20. Espere que le traigo la factura… interminables minutos. Por fin me da el cambio y me dice, no le doy bolsa porque se nos acabaron ayer. Me dieron ganas de decirle, es comprensible, dado el ritmo de trabajo que soportáis, es normal que no hayáis tenido tiempo para reponerlas, ni para dejar en carga el puto datafono.
Hay que joderse con la generación Y. 15 minutos para formalizar la venta de un cargador de móvil, en la era digital… Pero con todo, gracias a Dios que no me tocó uno de la generación Z, si no, me dan las uvas en el puto islote de la telefonía móvil.



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