LA SANTA INQUISICIÓN DE LAS REDES SOCIALES.
Una buena amiga subió a Instagram la foto de un sapo, feo y
repulsivo como mandan los cánones de la naturaleza para este tipo de batracios.
Abajo, en el campo donde se escriben los comentarios, anotó ¡No huyas mi
príncipe!
Por seguir la broma se me ocurrió escribir; “Bésame si
tienes valor” y oh sorpresa, emergió un texto que decía literalmente:
“Acción bloqueada. Esta acción se ha bloqueado.
Vuelve a intentarlo más tarde. Restringimos determinado contenido y ciertas
acciones para proteger a nuestra comunidad. Avísanos si crees que hemos
cometido un error.”
Me quedé perplejo, pendejo. El caso es que no sé por dónde
tomármelo y me surgieron algunas dudas. ¿A caso es ofensivo que un sapo rete a
una princesa a que le dé un beso? Todo ello, desde el juego con las palabras y
eso de las licencias literarias, evidentemente.
Lo mismo, por estar los sapos virtuales en peligro de
extinción, hay que protegerlos del contacto directo con los seres humanos, en
particular con los labios de una princesa. O quizá el problema sea la princesa
en sí misma, producto del heteropatriarcado. Lo mismo si fueran dos príncipes,
el beso estaría mejor visto, o al menos no censurable, aunque sería igualmente
repulsivo, porque hay que tener tragaderas para besar a un sapo.
Me surgen unas cuantas cuestiones más, pero no es plan de
alargar el asunto. A lo que voy es que estamos llegando a unos absurdos inconmensurables.
Se censuran juegos de palabras o expresiones, pero se permiten otros desmanes,
todo en base a idearios políticos y grupos de poder que pretenden monopolizar
la justicia social para manipularla a su antojo, manejando a las masas,
empleando entre otras, la herramienta de las redes sociales, la máquina de
manipulación social más siniestra y peligrosa jamás creada por el ser humano.
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