Me encontraba en una gasolinera, esperando turno para limpiar el coche con lanza de agua a presión, pues debido a las últimas lluvias de barro, parecía un plum cake.
El que ocupaba el box de lavado en ese momento, era un tipo
de veinte y pocos, corte de pelo a la moda futbolera, tatuajes en la misma
línea, camiseta, calzonas y chanclas Nike, con calcetines blancos, por
supuesto. Estuvo avispado para colarse, pero no era plan de montar una reyerta
por limpiar el coche, así que lo dejé pasar. Esta chusma contemporánea adolece
de entendederas para comprender conceptos como la buena educación y el respeto.
El cabesa de Cadi empezó a limpiar su coche por los flancos
incluidas las ruedas, después le pegó al capó y al portón trasero, dejándolo
níquel. Finalmente le dio al techo, el agua sucia escurrió como era de esperar
y todo lo que limpió previamente, volvió a quedar hecho un asco.
Sonreí para mis adentros, sin sospechar que lo más divertido
estaba por llegar. El niñato no tuvo mejor ocurrencia que poner una mano a
pocos centímetros de la boquilla de la lanza de agua y presionar el disparador
a pique de amputarse los dedos. A juzgar por los aspavientos que hizo, aquello debió
dolerle tela, agitando la mano afectada como si se la hubiera quemado con un
soplete, mientras miraba incrédulo a su novia, que a su vez miraba al niñato
como diciéndole, tu no eres imbécil, tú eres lo siguiente, y yo también por
salir con un descerebrado.
La sonrisa para mis adentros, permutó a descojone hacia mis
afueras. Me dieron ganas de salir para decirle, a quién se le ocurre cabesa, lo
listo que has sido para colarte y lo tonto con una lanza de agua en tus manos,
pero como apunté al principio, no merecía la pena organizar una reyerta por una
lanza a presión y un descerebrado que acabará, visto lo visto, matándose
solito. Ahora se entiende eso de que en
las baterías figure una advertencia que ruega encarecidamente que no se ingiera
el ácido que contienen, o que en los taladros se advierta los riesgos que
implica apuntar la broca a la cabeza propia o ajena.
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