LAS MASCOTAS DEBERÍAN COTIZAR.
A la vista está que en muchas zonas
del país ya hay más mascotas que niños. Caminen por un paseo transitado,
pónganse a contar mascotas y niños en un tramo de 1000 metros y saquen la media
a ojo de buen cubero.
Esto quiere decir que, si seguimos en
esa deriva, en 30 años habrá un porrón de viejos, pocos jóvenes para mantener
la hucha de las pensiones, y una jartá de mascotas.
Puestos a ser pragmáticos, y mirando
por el bienestar social de los seres humanos y de sus mascotas, por qué, además
de cotizar los trabajadores humanos, no cotizan también las mascotas. A fin de
cuentas, las mascotas en demasiados casos, trabajan para compensar las neuras
de sus papis y mamis humanos. De hecho, los pobres animales están pagando las
consecuencias perdiendo su esencia natural, y sometidos a un maltrato
encubierto, que solo los gatos torean de momento, pero tiempo al tiempo, que ya
los están capando (sometiendo)por sistema.
Si las mascotas cotizaran, lo mismo
se sanea la hucha de las pensiones, incluso ellas tendrían derecho a sanidad
pública, porque hay mascotas que acaban mimetizándose con las neuras y los
males físicos de sus (amos no, por dio) papis y mamis humanos.
Eso sí, que sean sus tutores, mamis, papis,
quienes paguen las altas en la Seguridad Social. Lo mismo así se acaba con la
moda de acaparar mascotas para socializar, como observo en una gran mayoría de
los casos. Antes eran los tamagotchis, y ahora son las mascotas. Hasta que pase
la fiebre, o hasta que el hambre apriete y las mascotas empiecen a considerarse
como alimento potencial por fuerza mayor, algo que no ocurriría por la primera
vez.
NOTA: No quiero meter en el saco a
todos los que tienen perros o gatos, mucho menos a los que tienen cocodrilos,
aunque sí meto en el saco a quienes se consideran papis y mamis de perros,
perras y, sobre todo, perres. Es ya porque, como perteneciente a ella, me
preocupa la supervivencia de la especie, a la humana me refiero.
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