Cuando se está lejos del
polvorín, resulta fácil encender velas para iluminar el camino de los demás y
darse golpes de pecho, pongamos, por la apertura de fronteras en plan acogida
general. Los integrantes del gobierno de coalición, que eran muy de iluminar
caminos cuando estaban en la oposición, hoy se mueven a tientas porque no se
atreven a encender un mixto al estar inmersos en la toma de decisiones sobre
ese polvorín de los movimientos migratorios, a día de hoy convertido en arma de
guerra. Híbrida la llaman.
Con nuestros pareceres sucede lo
mismo. Encendemos velas hasta que nos montan un polvorín al lado de casa, y
entonces soplamos como si no hubiera un mañana, no sea que nos explote en la
cara. Y es que este no es un mundo idílico, esto es un sálvese el que pueda,
como la vida misma, la ley del más fuerte, el león que se come a la gacela, etcétera.
Ahí está la acogedora Suecia, preparándose para deportar refugiados kurdos con
el fin de contentar al turco, para que le abra la cancela de la OTAN y así, intentar contrarrestar la amenaza del oso ruso.
Veremos más pronto que tarde, cuántos
de quienes encienden velitas en las redes sociales, arreglando el planeta con
ese buenismo hipócrita de cara a la galería, las soplan con desespero y echan candados
a sus neveras, no sea que la marabunta henchida de hambruna las tome al asalto.
Entonces pedirán vallas y tanques. Que le pregunten al presi guapo.
jueves, 30 de junio de 2022
SOBRE LAS FRONTERAS.
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