domingo, 5 de julio de 2020

DE BASURA VA LA COSA.


DE BASURA VA LA COSA.

La cosa empieza así. Alguno de los incívicos que tenemos en la urbanización, dejó junto a los contenedores de basura un equipo de música deteriorado, con sus correspondientes bafles, y dos sillas jardín de plástico. Esto es, pasó de llevar ese material a un punto limpio, o de llamar al teléfono municipal para la recogida de enseres. De nada sirve que en las circulares de la comunidad se ruegue permanentemente, que por favor no dejen enseres junto a los contenedores de basura.
Y ahora llega la segunda derivada. A la mañana siguiente, la de hoy para más señas, apareció un operario conduciendo un pequeño vehículo del servicio de limpieza municipal, de estos diseñados para acceder por calles estrechas. Van equipados en su parte posterior, de una cuba para basuras, en el que se lee un rótulo en el que reza “Hagamos El Puerto sostenible”. Siguiendo la filosofía del eslogan, operario se detuvo junto a los contenedores, y en vez de llevarse en el vehículo el equipo de música y las sillas, tiró lo primero al contenedor de orgánicos, dejando las sillas donde estaban. Y ahí siguen.
Puede ser que la función del operario no sea la de recoger todo lo que los incívicos dejan fuera de los contenedores, porque el vehículo no da para eso. Pero en vez de tirar los residuos al contenedor que no procede, podría dar aviso a su departamento para que vinieran a retirarlo. Si no es así, para qué cojones está ¿Para cobrar dos mil pavos por pasearse con el cochecito y tirar al contenedor lo que le salga de los cojones? Cobran incluso más que muchos de los sanitarios que se han dejado el hígado combatiendo el COVID, que se dice pronto, así que, qué menos que se ganen el sueldo como es debido.
Porque esa es otra, la mafia de la basura, y la mafia que impera en el ayuntamiento. Es archiconocido  que el departamento responsable de la limpieza municipal, coloca a dedo a los amigotes de los amigotes, algo bastante normalizado en este país. En el vecindario tenemos a uno de esos operarios señalados con el índice, uno que forma parte del grupito de incívicos que dan la nota en el puto bar comunitario. Cuando está pasado de copas, además de palmear como una foca, se jacta de cobrar 2200 euros por manejar un camión de la basura, chanchullos aparte, y aún le parece poco. Por eso se dedica a hacer enganches de luz ilegales, abusa del riego tirando agua de la comunidad, y medra con todo lo que se le pone a tiro, incluida la comunidad de vecinos.
Y así funciona este país de mierda, en el que la clase política es fiel reflejo de la sociedad que los pone a gobernar, tanto, que el mismo basurero colocado a dedo y que cobra un sueldazo aunque no sepa o quiera hacer bien su trabajo, puede acabar siendo concejal y posicionarse aún mejor para medrar hasta reventar, o hasta que lo pillen en un descuido. Bendita democracia.

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