DE BASURA VA LA COSA.
La cosa empieza así. Alguno de
los incívicos que tenemos en la urbanización, dejó junto a los contenedores de
basura un equipo de música deteriorado, con sus correspondientes bafles, y dos
sillas jardín de plástico. Esto es, pasó de llevar ese material a un punto
limpio, o de llamar al teléfono municipal para la recogida de enseres. De nada
sirve que en las circulares de la comunidad se ruegue permanentemente, que por
favor no dejen enseres junto a los contenedores de basura.
Y ahora llega la segunda
derivada. A la mañana siguiente, la de hoy para más señas, apareció un operario
conduciendo un pequeño vehículo del servicio de limpieza municipal, de estos
diseñados para acceder por calles estrechas. Van equipados en su parte
posterior, de una cuba para basuras, en el que se lee un rótulo en el que reza “Hagamos
El Puerto sostenible”. Siguiendo la filosofía del eslogan, operario se detuvo
junto a los contenedores, y en vez de llevarse en el vehículo el equipo de
música y las sillas, tiró lo primero al contenedor de orgánicos, dejando las
sillas donde estaban. Y ahí siguen.
Puede ser que la función del
operario no sea la de recoger todo lo que los incívicos dejan fuera de los contenedores,
porque el vehículo no da para eso. Pero en vez de tirar los residuos al
contenedor que no procede, podría dar aviso a su departamento para que vinieran
a retirarlo. Si no es así, para qué cojones está ¿Para cobrar dos mil pavos por
pasearse con el cochecito y tirar al contenedor lo que le salga de los cojones?
Cobran incluso más que muchos de los sanitarios que se han dejado el hígado combatiendo
el COVID, que se dice pronto, así que, qué menos que se ganen el sueldo como es
debido.
Porque esa es otra, la mafia de
la basura, y la mafia que impera en el ayuntamiento. Es archiconocido que el departamento responsable de la limpieza
municipal, coloca a dedo a los amigotes de los amigotes, algo bastante
normalizado en este país. En el vecindario tenemos a uno de esos operarios
señalados con el índice, uno que forma parte del grupito de incívicos que dan
la nota en el puto bar comunitario. Cuando está pasado de copas, además de
palmear como una foca, se jacta de cobrar 2200 euros por manejar un camión de
la basura, chanchullos aparte, y aún le parece poco. Por eso se dedica a hacer
enganches de luz ilegales, abusa del riego tirando agua de la comunidad, y
medra con todo lo que se le pone a tiro, incluida la comunidad de vecinos.
Y así funciona este país de
mierda, en el que la clase política es fiel reflejo de la sociedad que los pone
a gobernar, tanto, que el mismo basurero colocado a dedo y que cobra un
sueldazo aunque no sepa o quiera hacer bien su trabajo, puede acabar siendo
concejal y posicionarse aún mejor para medrar hasta reventar, o hasta que lo
pillen en un descuido. Bendita democracia.
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