jueves, 17 de noviembre de 2016

VUELO 605

A Floyd Cramer lo descubrí de muy joven gracias a Ángel Álvarez, un locutor que tenía un programa de música, “música de la buena”, en una época en la que era difícil encontrarla en España, sobre todo en tiempos de la dictadura. El programa que dirigía  se llamaba Vuelo 605, nombre que no fue puesto al azar, pues Ángel trabajó durante un tiempo, de operador de radio en Iberia. Cuando volaba al extranjero, a países como Inglaterra o los Estados Unidos, aprovechaba para surtirse de buena música, música  que no era fácil adquirir aquí por ser de importación, sobre todo en los 60/70, música que compartía con su audiencia en su entrañable programa, más entrañable si cabe, por su agradable y extraordinario tono de voz, diría que casi un susurro que se agradecía durante la noche.

Gracias a este asturiano  nacido en Oviedo, descubrí a los de la Creedence Clearwater, a la Steve Miller Band, a Peter Green y a tantos otros, pero por alguna razón que desconozco, quien me retrotrae a esa etapa y al programa Vuelo 605, es la cadencia  del piano de Floyd Cramer, una cadencia inconfundible, reconocible incluso cuando acompañaba a otros artistas. Igualmente inconfundible era la cadencia de la voz del locutor, como he dicho, extraordinaria, un locutor de los de antaño, con estilo propio pero sin estridencias, no como las mierdas de locutores que se prodigan hoy día, tipo Cárdenas de los cojones.

El programa de Ángel Álvarez está grabado a fuego en los surcos de mi memoria, daba igual que lo escuchase en un transistor de pila de petaca,  en onda media o en FM, en mono o en estéreo. Era una especie de hora mágica, quizá porque eran pocos los programas de radio que emitían “música de la buena” un vuelo, el 605, que me transportaba a otros territorios sin moverme de casa.  Ángel no se limitaba a poner música, primero contaba la historia de los músicos y de su música,  después despegábamos con ella, porque con la historia que nos contaba, la música adquiría otra dimensión. Como dijo una vez en una entrevista que le hicieron cuando las cosas empezaron a cambiar a peor en el panorama radiofónico, en aquellos tiempos la radio se hacía con más entusiasmo, con más sinceridad, ahora solo prima la comercialidad, las emisoras genuinas  pasaron a llamarse cadenas, sujetas a férreos intereses comerciales.

Cuarenta y cuatro años duró su vuelo, cuarenta mil discos tenía en su colección que formó disco a disco, en ardua tarea, vuelo a vuelo, colección  que compartió con varias generaciones, entre ellas la mía. Despegó a principios de los 60 y se marchó con él en 2004, en un vuelo definitivo, el Vuelo 605 hacia el infinito, un vuelo que no existía en el mundo de la aeronáutica comercial, pero sí en las ondas de radio.
Danny Boy interpretado por Floyd Cramer.  Ángel Álvarez… Despega el Vuelo 605

J.M. Arroyo




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