Mi exploradora se aventuró con valentía y decisión,
confiando en el norte que marcaba su brújula. Se adentró empeñada en acceder
hasta lo más profundo, deseando conocer, sabiendo respetar, aceptando la naturaleza
de las cosas. Se lanzó con su sonrisa perpetua, con su férreo optimismo, segura
de sí y de lo que buscaba, y una vez encontrado, montó su campamento decidida a permanecer
hasta el final de los tiempos.
No, no hablo de que se aventurara en la montaña, que
también, hablo de que se aventuró a explorarme a mí como nadie ha sabido hacerlo
jamás, y es por eso que ella, mi exploradora, ha logrado conocerme mejor que
nadie y convivir conmigo sin alterar mi esencia.
Que original declaración de amor... que nunca perdáis el norte, un saludo.
ResponderEliminarCoincido con Mamé, es una historia muy genuina. ¡Me gusta!
ResponderEliminar