A merced de las olas, desde el otro lado del Estrecho, lleva tiempo varada en cierta punta de cierta playa. Incierto es el destino del pasaje forzado a huir por sus circunstancias. Es algo aterradoramente cotidiano, como la presencia de petacas de gasolina desparramadas por la costa, tiradas ya vacías por los que trafican indistintamente con drogas y con personas. Lanzan petacas por la borda, con la misma indiferencia que a las personas con las que trafican.
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