El perro corría hacia delante, y el hombre caminaba hacia detrás. Creo que la manera “cool” de denominar esta práctica en el mundo del fitness es “retrowalking”. Le atribuyen beneficios tales como la mejora del equilibrio, la tonificación de músculos específicos, el alivio del dolor de las articulaciones, y una mejora de la salud mental.
En este
último aspecto, el personaje parecía disfrutar de una experiencia sensorial similar
a la de los que consumen sustancias alucinógenas, como si en vez de caminar,
volase placenteramente. Me lo he cruzado en alguna otra ocasión y llevaba el
mismo rictus de extasiado, agitando los brazos como hacen las gaviotas al
sustentarse en el aire. Parecía pletórico de felicidad, pero no sé si se
trataba de esa felicidad con cuenta atrás que otorgan ciertas sustancias
químicas, era un cuerdo entre locos, o al revés.
La foto la
tomé en febrero de este año. Mal lo llevaría el hombre que caminaba de espaldas,
si lo hiciera en agosto por ese mismo lugar: perdería el equilibrio, se dañaría
músculos específicos al entrar en colisión con las hordas estivales, vería
incrementado el dolor en las articulaciones, y la salud mental… podría acabar
como si confináramos a una gaviota en una jaula, lo cual sería nefasto para los
locos y para los cuerdos. Maldito mes de agosto.
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