Quienes no quieren reconocer los desmanes de los políticos a quienes rinden pleitesía, suelen escudarse apelando a la falta de veracidad de los medios de comunicación no afines a sus ideas, que no de los afines, a los que consideran veraces porque les regalan Los oídos. Lo cierto es que los medios de comunicación están vendidos y tiran a favor de quienes les pagan, pero eso no implica que no podamos sacar conclusiones veraces si nos ceñimos a lo que dicen los políticos de viva voz, ante el micrófono y las cámaras. Incluso sacar conclusiones sobre cómo se comportan, esto es, palmaditas en la cara, peinetas, besos y abrazos consentidos o no.
Los políticos dicen lo que dicen de viva voz, solo hay que
escucharlos, y las consecuencias de sus actos son constatables. Si un fulano
dice ante los medios que va a bajar el precio de la mortadela, y a la semana
siguiente la sube, ha mentido como un bellaco, no tiene que venir ningún medio
de comunicación a contarnos milongas a menos que seamos imbéciles de
solemnidad. Por tanto, tanto tonto que anda suelto, no es necesario depender de
lo que quieran contarnos los medios de comunicación para enterarnos de lo que
está pasando.
Otra cosa distinta es que el fulano hable en vascuence sin
que sepamos más allá de chocolate Elgorriaga y dependamos de los traductores
del Hemiciclo. Ahí sí que podrían dárnosla con queso contándonos que dijo digo,
cuando había dicho Diego, pero las consecuencias de sus actos seguirán siendo
constatables. Abrir los ojos, agudizar el oído y liberarse del dogma de las
ideologías, que a fin de cuentas visto lo visto, son lo más parecido a los
dogmas religiosos. Seguid votando malditos bastardos.
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