jueves, 9 de febrero de 2023

LA CESTA DE LA CALVIÑO.

 Con todo el desparpajo que le permite su condición de pija de manual (no solo hay pijas en las derechas) ha tratado de convencernos de que la cesta de la compra no está tan mal como la pintan, y aquí viene lo bueno, porque ella lo comprueba a diario cuando la lleva a cabo. Básicamente ella lo hace bien, y los españoles de a pie nos quejamos de vicio o somos tontos de capirote.

Para empezar ¿Alguien se cree que una vicepresidenta del gobierno y ministra de Asuntos Económicos y Lamadrequeparió, tiene tiempo para dedicarse a la cesta de la compra in situ? Enga home, no me haga de reí…
¿La lleva el shofe ofisiá al Mercaona? ¿Tendrá estacionamiento reservado igual que cuando va al teatro? ¿No será que la compra la hace desde su mega Aples con la Apepes del Corte Inglé y no se entera de lo que paga? Porque cuando sobran los dinerales, no duele el gasto.
Me gustaría encontrármela en una frutería de barrio y que me lo contara a la cara delante de todo el mundo, con ese desparpajo torpón de niña bien, hija de un experto en materia de pelotazos de la era dorada del PSOE. Pero me parece que las posibilidades de encontrarme con ella en cualquier tienda de barrio o centro comercial de marca blanca, son las mismas que encontrarse un camarón tomando un té en el desierto de Tabernas. O sea, nulas.

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