¿De verdad alguien cree que los soldados de la coalición fueron a Afganistán para salvar a los afganos? Que yo recuerde, formaron parte de la maquinaria de represalia por los casi 6000 muertos provocados por Al Qaeda el 11 de septiembre de 2001.
Invadieron el país militarmente, e implementaron una campaña
tipo ganar corazones y mentes, para tener contentos a los caciques proclives a
colaborar con los miembros de la coalición, y de paso, tranquilizar las
conciencias de los estadounidenses. Y sobre todo la de los europeos, muy dados
a rasgarse las vestiduras y escurrir el bulto a la hora de tomar medidas
incómodas.
A los españoles nos contaban, que nuestro ejército iba en
misión humanitaria. Y todos tan contentos. Menos los militares, que muerden el
polvo en el tajo a sangre y fuego. Y si pierden los miembros, o se les va la
cabeza por el estrés postraumático, les espera otra batalla, ésta, burocrática
contra su propio Estado, para que les reconozcan el valor y los derechos
propios de los heridos en combate. Por regatear, el gobierno español regateó
hasta el color de las medallas, que si distintivo amarillo o distintivo rojo, por
ese matiz cicatero de si cayeron en una acción humanitaria o en combate.
Entre tanto, la ciudadanía afgana seguía padeciendo penurias
inasumibles, y así ha sido durante los últimos 20 años y lo que resta. Así ha
sido, a pesar de que los medios de comunicación occidentales nos mostraran
mujeres paseando sin burka por Kabul, que no, por cualquier poblado del
territorio afgano. Paseando sin burka, yendo al colegio o al trabajo, o chicas
youtuberas al más puro estilo occidental. Y cómo no, reporteras occidentales
fardando de cabellera y look occidental, las mismas que en estos días se
pusieron un velo para escenificar el drama, personificado en ellas mismas, que
viste mucho de cara a la noticia y al prestigio personal.
Respecto a los soldados afganos, acumulaban pagas sin cobrar,
porque allí impera la corrupción, y los caciques que manejan el cotarro se lo
llevan calentito. Como los 150 millones de dólares que se ha llevado el
presidente del “gobierno legítimo” en su huida, abandonando a su pueblo para
vivir cómodo en su exilio. Así que, en términos generales, de motivación para
combatir el mal por parte de la tropa afgana, cero. Como en Vietnam.
Y como en Vietnam, era cuestión de tiempo que se revirtiera un
proceso fallido en origen, por esa manía de imponer la filosofía de vida que
tenemos los occidentales, y a la vez, pretender sacar tajada del conflicto. Como
no han salido las cuentas, abandonan el escenario que, atendiendo a precedentes
históricos, no debieron ocupar nunca. Afganistán se invade en un plis plas. Lo
imposible hasta el momento, es defender la plaza y salir vivos del intento.
Los norteamericanos se largan sin complejos. Si anduvieran
con escrúpulos, no serían la primera potencia mundial. La vieja Europa se
retira también, aunque “escandalizada”, responsabilizando a los estadounidenses,
pero sin asumir más riesgos de los imprescindibles. Así en plan, oh, los
yanquis dejan tirados a nuestros queridos afganos, y nuestros muertos y heridos
han caído en saco roto.
En saco roto de qué. ¿A caso no sabían que iban, sino a dar
soporte a una acción de represalia? Era a eso a lo que fueron, por mucho que
nuestros cínicos gobiernos nos vendan la moto de que fueron a repartir galletas
entre los afganos.
Y a día de hoy, desde el paralelo 36ºN hasta las latitudes de Tromsø, todos, estamos escandalizados que te rilas, reclamando que se haga
todo lo posible para traer de vuelta a todos los afganos que se pueda, y más.
Pero de boquilla. En diez días, esto tendrá el grado repercusión que tiene
ahora el conflicto de Siria, o el del Sahel. Cero.
Puestos a ser tan espléndidos, por qué no pedirles a
nuestros gobiernos europeos, que envíen a Afganistán tropas a tutiplén, para
dar matarile a los malos y rescatar de sí mismos a los afganos. Esto es, aceptemos
una subida de impuestos brutal para financiar la cruzada, y asumamos que
nuestros conciudadanos en edad militar, participen en la contienda,
contando con que regresen a sus casas metidos en una bolsa de plástico o
mutilados. Así, con dos cojones y dos ovarios, o con los mismos volatilizados,
como hicieron los aliados en la 2ª Guerra Mundial para combatir el nazismo.
Conociéndonos, va a ser que no. Es más cómodo
responsabilizar a los yanquis y hacernos los suecos. Va a ser que, como estoy
haciendo yo en estos instantes, soltemos nuestra cagadita de indignación en las
redes sociales, y concluido el noticiario, pasemos a la peli con refresco y
palomitas, tan ricamente sentados en el sofale.
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