miércoles, 26 de octubre de 2022

TALKING OUT OF TURN

 

La mañana del 26 de agosto de 1983, cuando salí con la blanca por la puerta del TEAR, me coloqué mis walkman y escuché este tema de manera deliberada. No sé por qué, pues yo en el instituto era de francés, no de inglés, y no entendía ni papa. Lo que son las cosas, ahora no me toca otra que defenderme como puedo en el idioma del perro inglés, dicho con todo el cariño y respeto a mis compañeros de trabajo ocasionales, británicos y estadounidenses.
A pesar de la barrera idiomática, la melodía nostálgica del tema me evocaba algo acorde con lo que dejaba atrás. A mis compañeros de armas, algunos de los cuales se despidieron de mí con lágrimas en los ojos, mientras yo les sonreía tragando saliva para evitar las mías... Ay Pedro M. el cabrero de Algatocín, por dónde andarás, por ejemplo.
Esta canción de The Moody Blues sigue evocándome aquella experiencia, a pesar de que traducida la letra, nada tiene que ver con lo experimentado, experiencia que quizá idealizo, pero que volvería a repetir con toda seguridad junto a los mismos de entonces. Algunos me sugieren que los busque por las redes, pero prefiero no hacerlo porque con el paso del tiempo todos cambiamos, unos más que otros, y no quisiera llevarme un chasco, que en ese sentido ya acumulo unos cuantos sobre quienes fueron de una manera otrora, y son de otra ahora.
Prefiero recordarlos tal como eran entonces, del mismo modo que hubiera preferido no traducir la letra de la canción, y seguir imaginándola como la imaginaba entonces, acorde con lo que sentía en aquella despedida, que tras el grito de guerra al romper filas por última vez -¡¡Al tarú!!- se tornó en silencio sepulcral estando ya en el parque Capitán Conforto, silencio que necesité romper escuchando la cinta.
Va por ellos, donde quiera que estén. Ni unidad ni leches, para que no me busquen, para que no se lleven un chasco con mi yo actual, para que me sigan recordando como era entonces, para bien o para mal.




martes, 11 de octubre de 2022

QUÉ PASA CON LOS GENERALES

 Qué pasa con los generales y los almirantes retirados. ¿No llegan a fin de mes?  Ahora los veo metidos a “expertos gabineteros” en la telebasura, que ya es caer bajo después de recibir tantas medallas. Lo que más me choca es que cada cual cuenta la historia según le parece. Es como si compitieran entre ellos para ver quién es más original. Y luego están los vaticinios… no dan una. Algunos incluso aprovechan para hacer cuña promocionando sus libros, solo les queda decir aquello que dijo Umbral; “He venido a hablar de mi libro”.

No puedo negar que no simpatizo con el generalato ni con el almirantazgo, tengo ese puntillo sargento Highway. A fin de cuentas, salvo honrosas excepciones, ven las batallas como los políticos las necesidades de la gente, desde la distancia de sus puestos de mando sin reparar en las miserias de la primera línea del frente. A los generales y almirantes los promociona el gobierno de turno, más por ideas que por méritos, y cuando terminan su periplo militar toman la puerta giratoria hacia alguna industria privada del ramo militar o de inteligencia, o en el más lamentable de los casos, acaban de gabineteros en un medio de comunicación basuril para colaborar en la desinformación del populacho. No sé si es una cuestión de adicción al dinero, a la notoriedad, o a ambas cosas.

lunes, 10 de octubre de 2022

FORMATO A4

Nunca entenderé por qué un formato A4 tiene que medir 21x 29.7 cm en vez de 20x30 cm, o 21x29. El punto medio de 29.7 es 14.85. A ver cómo se mide esto con precisión con una escala centimétrica. Qué ganas de joder la marrana tenía el de las normas DIN. La madre que lo echó por el cartabón.

viernes, 7 de octubre de 2022

E.M-P

 


(AVISO A NAVEGANTES: Texto no apto para personas sensibles y seres de luz. Quien lo lea, lo hará bajo su propia responsabilidad, y quien exprese su indignación, puede ser enviado al diablo sin decoro alguno y música de ac/dc, tema a elegir)


El escenario bélico pinta mal. Los dirigentes de las grandes potencias ya hablan sin tapujos sobre un posible holocausto nuclear, pero creo que no hay que ser alarmistas al extremo. Existe el término medio en materia de holocausto. Por ejemplo, provocar una explosión nuclear a gran altura (unos 300 kilómetros) con una ojiva de 20 kilotones molones. El fogonazo y la onda expansiva apenas producirían efectos sobre la superficie terrestre, pero la pulsación electromagnética generada, conocida por sus siglas en inglés E.M.P. no dejaría fusible con cabeza a menos que estuviese debidamente protegido. Entonces vendría lo divertido.
De entrada, olvidaros de vuestros móviles, de las redes sociales y de pagar con ellos, que ya hay que ser imbécildependiente para llegar a ese extremo. Al carajo las comunicaciones interpersonales, el muro de FB y el postureo del Installeches.
Paralelamente, olvidaros de pagar con tarjeta, porque todos los servicios informáticos ordinarios se vendrían abajo, y a ver cómo convences a los cajeros del Mercapollas, de que tienes saldo. Lo mismo con el banco.
De vehículos última generación, ay qué risa. Sus chips quedarán como churrascos pasados de parrilla, y la mayoría de sus usuarios lamentarán no tener un clásico. El 600 volverá a ser el rey de la carretera. Pero ojo, la gasofa hay que sacarla y los cajeros y las bombas no funcionan, qué contrariedad.
Y luego el agua del grifo en las cómodas ciudades. Ni una gota oiga, que los sistemas de suministro electrónicos también se han frito. Pero no pasa nada, están los pozos y las piscinas de los paisanos, que se armarán hasta los dientes para defender el preciado líquido, salvo que lo requisen las fuerzas armadas. Y de la electricidad, jodido estará quienes tengan vitrocerámica para cocinar, y sus decisiones dependan de la tal Alexa. ¡Alexa qué hago!
Y las mascotas, madrepariós, que ya hay más mascotas que niños, niñas y niñes en este país. Cuando acucie el hambre, algunos propietarios empezarán a mirar a sus gatos, a sus perros, o a sus loros tocapelotas, con otros ojos, así, como dorándose a un fuego con un palo metido por la Antártida. Otros, con la pinza ida de serie, optarán por la autoeliminación para que sus “bebés” de cuatro patas puedan disponer de los cuerpos de sus “papis”, porque a eso hemos llegado. Pero en su derecho están. Que cada palo aguante a su mascota.
Ni qué decir, del caos en los hospitales, en los organismos públicos, de las algaradas y los saqueos aprovechando la confusión y la inoperancia de los sistemas de alarma. Y los del bareto comunitario, entrando en pánico mientras yo, desde la azotea aireando mis santos cojones, les increpo en plan, qué, ya no tenéis ganas de jarana porque la vamos a cascar antes de agosto ¿eh?
En fin, que visto lo, casi E.M.P. (Es Mejor Palmar). Por si acaso, encantado de haberos conocido, y si salimos de ésta, presionad el gatillo de la regadera de plomo antes de preguntar.